18 de junio de 2012

En qué nos vamos?


Estrictamente hablando, en una Toyota SW 4 Runner, modelo 97, color gris plata.
Ahora, como con todo, encontrarla también fue un viaje.
He aquí la historia de nuestra CAMA-MIONETA: la QUILLA IMBATIBLE!
"Cama-Mioneta" por razones evidentes,
"Quilla" que es el nombre de la luna en quechua, por el color y la protección,
porque nos acompaña y nos ilumina de noche que es cuando más vulnerables nos sentimos,
porque regula nuestros ciclos, porques es circular, como la vida,
porque es el complemento del Tata Inti, porque es nuestra forma de rendirle homenaje a nuestro cielo.
"Imbatible" por lo que ya verán.

Dimos varias vueltas antes de elegir qué vehículo nos llevaría en este viaje.
La primera idea fue partir en el Narantegui, un Peugeot 206 naranja, modelo 2001.
Pero su alma naftera y su chiquititez hicieron que la idea durara menos de un día.
Otra opción era un vehículo con equipo de gas,
pero no estábamos seguros de conseguir gas en todos los países,
lo que nos dejaba con un auto naftero y por ende caro de mover.
Así surgió el primer requisito: debe ser Diesel.

Pensamos también viajar en la Joaquina, un Renault 6 modelo '81.
Pero nos dio frío de sólo imaginarnos cruzando los Andes,
Y además, no sabíamos si nos íbamos a poder meter en cualquier pueblito recóndito
con camino de tierra y a veces hasta sin camino, como nosotros queremos.
Nos imaginamos perdiedo pedazos de la Renolenta por ahí y nos dió tristeza.
Así surgió el segundo requisito: debe poder llevarnos por cualquier camino.

Martín, el verano anterior, había estado recorriendo Bolivia y Perú con unas amigas
y recordó que había visto muchas camionetas Toyota y Nissan por aquellos lados
y por inducción concluyó que deben ser buenas para esos caminos.
Eso nos daba también la tranquilidad de que encontraríamos
repuestos y mecánicos que la conozcan en casi todos los países.
Y así ya teníamos el tercer requisito: tiene que ser preferentemente Toyota o Nissan.

Ellos habían viajado, muy cómodos, en una Toyota 4x2 doble cabina
y hasta habían podido llevar a mochileros y campesinos que encontraban en la ruta.
Pero nos imaginamos el equipaje en la caja, así al decubierto,
y nos dejó de gustar tanto la idea, un poco por el clima
y otro porque no queríamos tener que estar pendientes de nuestro bártulos.
Así, llegamos al cuarto requisito: tiene que ser carrozada o tener cúpula.
Y también al quinto: queremos que tenga lugar para llevar a otros viajeros eventualmente.

Con tanto requisito se nos achicaban las opciones, y dudábamos si encontraríamos algo así.
En plena duda, un día Martín se levanta y, estacionada en la puerta, había un Toyota 4 Runner.
Vino corriendo a despertarme y claramente nos dimos cuenta de que era exactamente lo que queríamos.
Diesel, 4x4, Toyota, carrozada y doble cabina.
Preguntamos si la vendían, nos dijeron que no pero que podían hacer la excepción. Estábamos chochos!
Nos las vendían en un precio al que llegábamos, pero estaba muy viejita,
y si bien pensamos que podíamos ir arreglándola de a poquito antes de salir,
quizas hacerle el motor... chapa... pintura... tren delantero...
revisar los frenos, el embrague, la caja... uffff... demasiado.
No tenemos mucho tiempo y tampoco entendemos de mecánica como para dedicarnos a la restauración.
Así surgía un requisito más: queremos que ya esté en condiciones de salir a la ruta.

Empezamos a buscar y a averiguar precios...
y el sueño se nos iba desdibujando: estábamos tan lejos!
Así medio desilusionados y apachuchados, empezamos a revisar nuestra lista de requisitos,
pensábamos en qué resignar... nos acomodábamos imaginariamente a nuevas ideas,
hasta que un día cambiamos la actitud!
Dejamos de buscar la camioneta que "podíamos" comprar
y empezamos a busucar la camioneta en la que "queríamos" viajar,
decidimos gastarnos toda la plata en la camioneta,
incluso la que todavía no habíamos ganado!
cuando uno sueña con certeza, el universo se acomoda.
Y así, por más delirante que suene... lo intentamos...


Decidimos que lo mejor para nosotros era una Toyota SW4
una modelo 96 o 97 que todavía están en buen estado y son japonesas
(los toyoteros dicen que son las mejores).
Y nos pusimos a buscar. Así empieza otro capítulo.

En Córdoba Capital encontramos tres de estas.
Una nos había encantado, y cuando por fin nos decidimos a comprarla, ya la habían vendido.
Las otras dos, estaban muy mentirosas, pura facha no más.
Casi todas las que aparecían en Internet, estaban en Buenos Aires,
así que bueno, allá fuimos! Nos tomamos una semanita para viajar y encontrarla.
Éramos concientes de que esa camioneta sería nuestro hogar por un tiempo largo
living, cocina, comedor, dormitorio y vehículo...
se merecía que la vayamos a buscar donde estuviera.

Armamos una lista con unas 20 opciones.
Vimos dos en el interior de Córdoba,
otras dos que estaban en Provincia de Buenos Aires ya se habían vendido,
llegamos a la Número 5, estaba en San Miguel, Bs. As.
La fuimos a ver y nos enamoramos. Estaba preciosa, por dentro y por fuera.
Ariel, el dueño, nos preguntó de dónde habíamos sacado su número,
porque hacía como 15 días que ya no la tenía más en venta.
Cuando quisimos buscar la página de internet de donde la habíamos sacado dos días antes,
ya no estaba. Misterio. Señales.
A pesar de nuestro enamoramiento, seguimos viaje y fuimos a ver otras 10 más o menos.
El dueño nos dijo, "vayan, no van a encontrar otra mejor"...
sin soberbia, sólo con la seguridad de que tenía en sus manos un maquinón!

Ya éramos especialistas en probar SW4.
Nos dimos cuenta de que los vendedores de auto tienen una gran capacidad
para hablar y hablar mientras uno quiere escuchar si el motor hace algún ruidito
Así que nos organizamos...
yo hacía preguntas de rigor como ¿Para qué la usaban? ¿Por qué la vende?
¿Hace mucho que vive acá? ¿A qué se dedica?
y cualquier otra cosa que pudiera distraer al vendedor
mientras, Martín se tiraba abajo para ver la chapa,
la ponía en marcha para escuchar los ruidos
y abría el capot para ver si venteaba.
Éramos un equipo!

Vimos varias, pero no había caso, la TYT05 nos tenía encantados, era imbatible!
Estábamos por salir a ver dos más cerca de Capital Federal
cuando recibimos mensaje de Ariel con un descuentito si la queríamos
porque a él le salía una compra que venía esperando.
Fue mágico! Ya teníamos el sí en la punta de la lengua,
pero igual fuimos a ver las que nos quedaban,
(no da para ser comprador compulsivo con algo tan importante!)
Una, nunca la encontramos y la otra, era modelo 2001,
además cuando volvimos a llamar al dueño para rever el precio,
estaba en el cine y prometió devolvernos la llamada al salir
pero nunca llamó. Más señales.

Amor, ya está basta de seguir buscando! Sabemos cual es la que queremos.
Habíamos armado un ranking teniendo en cuenta varios aspectos,
y no hubo ninguna que le ganara así que le pusimos "La imbatible".
Hablamos con Ariel, pasamos por San Miguel para dejarle una seña,
antes de eso la probamos y nos llevó a ver al mecánico que la atendió siempre,
un señor que había sido jefe de mecánicos de Toyota en San Miguel
y ahora trabajaba por su cuenta. Un apasionado de su trabajo.
Nos dedicó todo el tiempo del mundo y respondió a todas nuestras ansiosas y primerizas preguntas.
Nos contó toda la historia clínica y nos terminó de convencer de que estábamos por compar un fierrazo!
Seguimos viaje hasta Córdoba para buscar el resto del dinero.

Llegamos a las 11 de la noche a casa, después de haber manejado más de 700 Km
y con rotura del auto en el camino (hizo un corto la batería y se fundió una fase,
sentíamos un olor raro pero pensábamos que eran las fábricas del costado de la ruta, wac).
En casa nos esperaba un préstamo familiar
que habían arreglado papá Gustavo con mamá Susana
y también nos esperaba papá Pancho dispuesto a ayudarnos a manejar otra vez hacia Buenos Aires.
Cambiamos de auto y a las 12 estábamos de nuevo en la ruta,
con destino a San Miguel para buscar nuestra Cama-mioneta!

Viernes 30 de Diciembre, son casi las 7 de la mañana,
papá Pancho se va al Registro del Automotor a hacer cola
y nosotros nos encontramos con Ariel para hacer entrega
de todos los pesitos que habíamos ganado unito a uno,
más los que todavía no habíamos ganado
(pero estábamos seguros de poder inventar de la nada para devolver!)
De ahí al registro, firmamos, y para el mediodía ya teníamos muuuuucho sueño
pero también ¡La soñada Cama-mioneta, la Luna Imbatible, a nombre nuestro!
Lágrimas, hambre, sueño, agradecimiento, abrazos, emociones,
más agradecimiento, no poder creerlo, más sueño, cansancio, más llanto...
felicidad... inmensa felicidad (y un dolor de ovarios que no quiso perderse la fiesta!).

Fuimos a Capital Federal en la Cama-mioneta a buscar a Sabrina, mi hermana,
que volvía con nosotros a Córdoba para pasar año nuevo.
Dormimos y nos recuperamos un poco en casa de la Tía Isabel
y emprendimos la vuelta no más.
Pasamos a buscar el narantegui por la casa de Ariel que nos hizo el aguante y nos guardó el auto,
Sabrina y yo en el narantegui, Martín y el Pancho en La Imbatible...
a la ruta de regreso a casa, con nuestra casa móvil en las manos
y una felicidad inmensa en nuestros corazones!

Con ustedes... la CAMA-MIONETA! (y ahí abajo, cerca del piso, la Luna Maleva con sus bebés en la panza)

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